Salud Mental,  Trastorno Bipolar

Deja que me presente

¿De dónde vengo?

Llamadme Nerea. Si me confesaran que soy de Venus o de Marte, me lo creería. En repetidas ocasiones, he sentido la extraña sensación de pertenecer a otro mundo, a otro paraíso y esto es tan cierto, como que mi ADN se compone de un mestizaje un tanto original: química del Perú (por parte de madre), y física del País Vasco (por parte de padre). ¿Sabes? Ellos han sido mis primeros mentores. Mi madre es quien me ha transmitido la pasión por la música y demás disciplinas creativas (piano, canto,…) y mi padre es quien ha influido en mi carácter místico, esa vía invisible, tan profunda y a la que tantas veces he acudido en circunstancias de asombro y curiosidad. ¡Los 2 ingredientes necesarios para sobrellevar el Trastorno Bipolar! Me han diagnosticado el Trastorno Bipolar, tipo I para ser más precisa. También es importante, claro está, los abrazos, mimos y cariñosas palabras de aquellos que te importan, que te cuidan, en definitiva, que te quieren.

¿Quién soy?

La adolescencia debería de ser el periodo más esplendoroso del ciclo vital en el ser humano, ¿no crees? Ese encuentro con tu primer amor, las aventuras con los iguales, el apego y desapego del núcleo familiar, el aprendizaje en la escuela, etc. ¡La mía fue una auténtica montaña rusa! El hastío fruto del sistema educativo castrante, las desavenencias en el hogar y los actos de rebeldía por ser una “rara avis” marcó el antes y el después de aquella etapa. Tanto, que decidí hacer las maletas y volar para descubrir y conquistar otros mundos, sabores, colores,…¡Bendita enfermedad! Sí, mi querido/a lector/ra. Te aseguro que desde que me amisté con ella, con el trastorno afectivo (el TB), he sido capaz de derribar auténticos muros, de convertir la frustración en motor de superación, hasta transformarme en una persona resiliente, más positiva y por lo tanto, ¡he mejorado en mi calidad de vida! Adentrarme en las aulas de la universidad a una edad avanzada ha sido una decisión acertada, lo admito, a través de la mirada de los maestros he aprendido a mirarme, mimarme y a valorarme. ¡Qué importante! El sentido de autoeficacia, autoestima, autoconcepto.


¿Es duro ser bipolar? Sí, lo es. ¿Es “jodido” no saber con qué humor te despertarás mañana? Sí, lo es. ¿Es insoportable vivir “en la cuerda floja” ante el gran dilema de si algún día te puedan encerrar? También, lo es, y lo admito. Pero dime, ¿quién vive con certezas? Es decir, si no arriesgas no vives, y si no vives, es que estás muerto en vida. No es que haya sido necesario ir a la universidad y graduarme en Psicología para darme cuenta de que no existen verdades absolutas ni realidades determinantes. Me temo que (y no es que lo piense solamente yo), lo único constante hoy por hoy, es el cambio. Por una parte, están las emociones (el miedo, la tristeza, la alegría,…). Por otra parte, está tu singular manera de pensar, las creencias heredadas o condicionadas por el ambiente, las percepciones y diversas formas con la que relativizas asuntos triviales y cuestiones más delicadas. Por último, y no menos importante, está la cuestión de la actitud, tu conducta, esa versión que sólo tú sabes que puede marcar la diferencia; ¿no te pasa a ti? Ayer fuiste capaz de ser versátil, hoy decides sacar a pasear al guerrero o a la guerrera que llevas dentro, y mañana… ¡quién sabe! Quizás optes, de una vez por todas, generar un nuevo Tú (a New You!) dirían los que practican la lengua shakesperiana.

¿A dónde voy?

De esto último te quiero hablar. De esa nueva versión tuya que llevas imaginando en tu cabecita hace ya un tiempo. Creo entender lo que sientes…algo así como que en lo profundo de tu alma o en el fondo de tu corazón (sólo tú sabes), lleva tiempo ese sonido, ese algo (no sé el qué) reclamándote que busques otras vías, otras alternativas. Asimismo, escuchas tus silencios (cuando estás a solas contigo) y te das cuenta de que buscan consuelo, auxilio, ese halo de esperanza. Te comprendo…he pasado por ahí en repetidas ocasiones. Créeme que sé de lo que me hablas y si me confiesas que tú también has escuchado esa “pequeña vocecita” diciéndote: – ¡Vamos, tú puedes hacerlo! ¡Es hora de dar un giro de 180º!


Personalmente, he probado algunos métodos en mi intento de gestionar la enfermedad; sobre todo, tratamientos farmacológicos y terapias convencionales. Demasiado largos, además de caros, ortodoxos, distantes, y por ende, con resultados poco satisfactorios.
Yo te propongo lo siguiente: ¿por qué no tomarte 27 días para resetearte? Te explico en qué consiste mi Sistema Reset 27.


Para los que no somos muy hi-tech (compré mi primer ordenador a los 25 años), me refiero a que cuando empieza a fallar (no arranca, se apaga sin aviso o va mal el software,…), nos ponemos nerviosos, hasta a veces padecer un cierto estrés, ¿te ha pasado a ti también? ¿Qué haces cuando eso ocurre? Le das a la tecla “Reset”, ¿cierto? Lo mismo nos sucede a las personas: creemos que podemos con todo y sin quererlo nos adentramos en una espiral viciosa, en donde nos invaden pensamientos negativos fruto del cansancio mental, nos sentimos incapacitados para tomar acción, y dirigir nuestra vida… ¡Perdemos el control! Más aún si padeces un tipo de trastorno afectivo, como es el caso del TB.


Me temo que somos como ordenadores biológicos (la neurociencia lo confirma), y en ocasiones nuestro programa flaquea, hay que hacer una puesta a punto porque no estamos funcionando como nos gustaría y necesitamos ayuda para volver a conectar con nuestra mejor versión. La idea de mi método está basada en mi propia experiencia. Con el tiempo he aprendido y he ido incorporando una filosofía vital que me ayuda a renovarme cada “x” tiempo. Yo me encargo de mi “software”, y eso es precisamente lo que yo propongo a través de un método radical, original, flexible,… ¡El método se adaptará a ti y no al revés! Y te preguntarás por mí, ¿cuál será mi función aquí? Pues Yo te acompañaré a través de una serie de actividades prácticas para conseguir ese cambio o mejora que tú deseas. Podrás adquirir nuevos recursos para impulsar y gestionar tu propia salud y energía en el día a día.


Te convertirás en AGENTE ACTIVO de tu propio proceso de renovación, transformación y satisfacción para con tu VIDA”.

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