“La historia no se soluciona; la historia se vive; es inevitable”.

Y tú, ¿dónde te encontrabas en el 97? Yo me acuerdo perfectamente que en ese año participé en uno de los acontecimientos más bellos a nivel musical, “el centenario del Orfeón donostiarra”, y por otra parte sentía una sobredosis de entusiasmo por el viaje que estaba a punto de partir: con mil sueños metidos en una maleta me fui a Londres. 

Sin embargo, no hace falta que te cuente supongo, que la vida en una ciudad cosmopolita está llena de acontecimientos estresantes; correr de un lado para otro de trabajo en trabajo, además de compaginarlo todo con la enseñanza académica, y ni que decir de… ¡la vida loca!

– Disculpe, me he perdido, ¿puede ayudarme?
– Al día siguiente me desperté y supe que me encontraba en un hospital psiquiátrico.

Dicen que una de las características de quienes padecen el Trastorno Bipolar son los estados de omnipotencia, megalomanía, grandilocuencia,…o como yo lo definiría, esa capacidad o sensación de poder emprender nuevos proyectos. De alguna manera, tras casi cinco años, a mi regreso de Londres tuve la necesidad de rentabilizarlo, y por eso, decidí que estaba preparada para convertirme en un ser renovado: profesora de inglés. 

En realidad, aún no había sido diagnosticada de TB, es decir, a lo mejor tú también has estado en esa situación. Un periodo de tiempo largo en el que te sitúas dentro del grupo de pacientes cuyo diagnóstico se encuentra en “un cajón desastre”.

No obstante, aquellos que me conocían más de cerca (pareja y familia), notaban mis agudas oscilaciones emocionales aunque aún no eran conscientes de la magnitud que eso suponía.

Siempre he considerado que la mayor inversión que podemos hacer es en nosotros mismos, y más si disponemos de tiempo libre. En el 2010 me encontraba en una situación bastante privilegiada, y por eso decidí llevar al siguiente nivel mi negocio de clases particulares. Lo que en un principio pensaba que iba a ser algo llevadero, se convirtió en un estrés crónico, con muchos momentos de ansiedad generalizada, etc. 

Tuve que parar. Dejar todo el ámbito profesional de lado. Tocaba el momento de empezar a escuchar mi cuerpo y a transcribir las señales que este emitía, canalizar las emociones y ordenar los pensamientos,… ¡la búsqueda del sentido de la vida! 

Para colmo, decidí irme a Barcelona. Sentía que necesitaba desconectar con todo lo vivido y volver a plantearme un nuevo reto. Resultó ser una fatal idea, ya que una vez más me propuse realizar estudios superiores y de pronto… ¡toqué fondo!

Comenzaron las percepciones alucinatorias, creía que me perseguían por la calle, y lo peor fueron los episodios psicóticos y las alucinaciones auditivas: un buen día, acudí al centro donde estudiaba y solicité ayuda. Lo siguiente que recuerdo era despertarme en un hospital psiquiátrico (¡una vez más!)

Al regresar al país vasco, me trasladaron a otro hospital, y a partir de entonces, me diagnosticaron el Trastorno Bipolar. El impacto del diagnóstico sólo lo puede comprender alguien que haya sido diagnosticado. No sé si será este tu caso, pero yo al menos me sentía abrumada, desorientada, mis creencias acerca de una enfermedad mental eran nulas, y de pronto tuve la sensación de no saber quién era, tenía muy poca vitalidad. Me encontraba sobre saturada y bastante debilitada tanto a nivel psíquico como físico. 

La incertidumbre del futuro empezó a acecharme día sí y día también. Sin embargo, tomé la decisión de parar en seco, y dedicarme durante un buen periodo de tiempo a la vida contemplativa: descansar, dormir mucho, pasear, escuchar música, tocar el piano,…todo tipo de actividades de ocio ¡durante todo un año! Y, ¿qué vino después?

La sólida determinación de reconvertirme en otra persona. Llegaron los años de reprogramación a gran escala, todo ello mientras me adentraba en las aulas de la universidad. Poco a poco la fórmula reset vino hacia mí o mejor dicho, empecé a aplicar el reset como estilo de vida, y así poco a poco, mis dudas, miedos y sentimientos de ambivalencia se disipaban.

Durante los siguientes 4 años adquirí la confianza suficiente para no decaer ni padecer episodios de manía ni hipomanía. Me gradué con muy buenas notas en el 2016, comenzando a explorar un nuevo universo emocional, reconciliándome con la enfermedad y convirtiendo ésta, en mi mayor aliada.

Hoy en día, me encuentro habilitada y capacitada para llevar a cabo mi propósito, el de acompañar a otros a fortalecer su carácter (a pesar del diagnóstico), a la superación de los estigmas y prejuicios en torno a las enfermedades mentales, divulgar y concienciar a la sociedad lo que significa convivir con el Trastorno Bipolar, el respeto por la dignidad y la autonomía de los que padecen una enfermedad mental y sus familiares, así como la garantía de sus derechos.