Hábitos Saludables y Estilo de Vida,  Salud Mental,  Trastorno Bipolar

¡Pinto, luego existo!

Hace tiempo que no visitaba una galería o exposición de arte. En esta ocasión el local se encontraba en el pueblo donde vivo, en Azpeitia y en cuanto a la artista, se trataba de mi profesora de Arte y Diseño, Miriam. Ella exponía sus «vivencias» (bizipenak, en euskera); una sucesión de cuadros abstractos y otras piezas de madera singular revestidas de pinturas acrílicas. ¡Vaya! Al tiempo que hago memoria desde la última vez que pisé la escuela, me doy cuenta de cómo este periodo de pandemia (el Covid-19) ha trastocado nuestras vidas, nuestros hábitos (en cierta manera). 

Porque en realidad, me fascina todo proceso creativo que tenga que ver con la pintura, de hecho, no fué de manera espontánea que empezé a pintar, sino que mi motivación nació durante un periodo de tiempo en el que padecía bastante ansiedad (además de fluctuaciones emocionales agudas fruto del TB).

Me inscribí en la escuela de arte y diseño que antes mencionaba, y en donde asistía regularmente entre lunes y jueves. Recuerdo que un buen día, Miriam me preguntó: -Nerea, ¿qué vas a pintar? A lo que le respondí que sentía una fascinación especial por el universo Van Gogh y que me apetecía probar la técnica del artista (la yuxtaposición, la cual consiste en dar capas de pintura sobre otras), es decir, dando brochazos pequeños a capas, por lo que empezaría con «la noche estrellada» y en el caso de que todo me fuera bien, me refiero a que si resultaba que me sentía cómoda, me lanzaría a pintar otra de sus obras, «el autorretrato».

Y así, como si de un juego se tratase, me aventuré a pintar, a crear, a disfrutar, a fluir con el proceso,…y como por arte de magia, tanto mi angustia como mi ansiedad se iban disipando.

Es curioso como de una manera tan singular te colocas la bata, rellenas una taza de agua, eliges los pinceles y la paleta de colores con los que vas a dar rienda suelta y te enfrentas al lienzo en blanco. Como si fueras una niña, con esa chispa interior encendida y la ilusión puesta en tu pequeña obra de arte. ¡Me encanta pintar! No sé porqué he dejado de hacerlo. Bueno, mejor dicho, sí lo sé. El miedo a contagiarme del «bicho» hizo que me diera de baja en la escuela y replantearme volver a la misma, una vez que pase este periodo oscuro, difícil e inédito.

Y es que pintar me ayuda a encauzar las emociones, sobre todo durante esos periodos de oscilaciones agudas, y además se conoce que al pintar desarrollamos mayores conexiones sinápticas en nuestro hemisferio derecho: en el que predominan los procesos creativos.

Para mí, se ha convertido en uno más de los recursos terapéuticos que me ayudan a sobrellevar el TB. Y es que el arte es una necesidad, esto es, al igual que la comunicación, es una forma de expresión social, un componente más como los lazos sociales o los procesos de subjetivación.

Acaso, ¿no crees que cada individuo posee su propia fórmular para resetear? Como dato mencionaré que en 1962, se realizó el primer Taller de terapia dinámico-expresiva, una experiencia terapéutica con niños a través de la pintura, hasta el punto en que la Arte-terapia se ha convertido en una de las disciplinas prácticas dentro del ámbito de los servicios sociales, entre educadores, psicólogos, etc.

Por todo esto, en resumen, me gustaría animar a aquellas personas (tanto si padecen el TB como si no), a que disfruten del arte, de la pintura (o cualquier otra disciplina como la música, por ejemplo), sin duda alguna, animo a que reflexionemos sobre los beneficios del arte, puesto que permite;

° Relacionar lo interno y lo externo

° Desatascar traumas y/o bloqueos

° Afrontar la ansiedad, el dolor o la angustia

° Conjugar arte, salud mental, creatividad y psicología

Extraer una nueva forma de encarar la vida, una vida en forma de Arte, ¡una vida en clave regenerativa!

 

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